DEL BLANCO Y NEGRO AL COLOR



Del blanco y negro al color, coloreado de fotografía antigua

Hoy en día, el blanco y negro en fotografía es un recurso muy utilizado debido a su increíble carga emotiva. Son muchos los artistas que renuncian al realismo del color en aras de su gran capacidad expresiva. Hablamos de profesionales de la talla de Sebastiao Salgado, Katharine Cooper o Cristina García Rodero, entre otros muchos que por decisión propia trabajan en monocromático.

Hasta mediados del siglo XX, no había poder de decisión, ya que tampoco existía, aún, el technicolor. No obstante, el coloreado de fotografía surgió prácticamente a la par que esta.

Fue J. N. Niépce quien en 1826 consiguió tomar la primera fotografía en blanco y negro al perfeccionar la cámara oscura que T. Wedwood había inventado dos décadas atrás; y lo hizo utilizando lámina de peltre como sustrato y betún como sustancia fotosensible. Para lograr el máximo realismo, estas imágenes se empezaron a colorear de manera artesanal utilizando diferentes aceites y tintes.


 

J. B. Isenring, grabador y pintor de profesión, ideó la primera técnica para el coloreado de fotografía, consistente en una especie de calco sobre superficie transparente. Creaba una plantilla por tono e iba añadiendo goma arábiga y pigmentos de color que se adherían a la fotografía aplicando calor.

Años más tarde, J. C. Maxwell tomó la primera fotografía a color; en concreto se trataba de una imagen tricolor en la que se emplearon filtros verdes, azules y rojos. Sin embargo, esta nueva técnica no tuvo demasiado éxito debido a su alto coste. Por su parte, las fotogafías coloreadas comenzaron a ser cada vez más demandadas al considerarse auténticas obras de arte.

A principios del siglo XX se inventa el primer procedimiento para fotografiar a color; la placa autocroma, y posteriormente también el kodachrome, que se popularizaron entre las décadas de 1940 y 1950.


 

Esa es, en resumidas cuentas, la historia de cómo llegó el color a la fotografía. Sin embargo, hay quien busca darle color también al pasado. Un ordenador, una tableta y un programa de edición son los ingredientes básicos para el coloreado de fotografía en blanco y negro. Asimismo, es más que recomendable contar con un escáner de alta resolución para digitalizar estas imágenes con la mayor calidad posible.

El siguiente paso será limar las imperfecciones; hablamos de manchas, borrones, arañazos… Después, comienza un meticuloso proceso de documentación histórica para tomar referencias sobre las que trabajar de la manera más fiel a la realidad. En última instancia, con grandes dosis de paciencia, se irá coloreando la imagen utilizando una capa diferente por cada elemento o tonalidad.

Entre los profesionales que se han atrevido con el coloreado de fotografía antigua encontramos a la artista sueca Sanna Dullaway, cuya obra ilustra todo el artículo. Con ayuda de Photoshop CS5, ha devuelto el color a diferentes fotografías históricas con fines documentales.

Este proceso, que ha experimentado un gran auge durante los últimos años, tiene fuertes defensores y también detractores. ¿Es esta manipulación necesaria o por el contrario es absolutamente prescindible? No se trata de sustituir a la imagen original, si no de darle una nueva perspectiva. Porque la vida antes del autocroma también era a todo color.

Comentarios